VACIANDO LA VIDA.
Es el duelo de la muerte en vida,
el que lanza las metrallas en cráneos vacíos,
cuencas de ojos secos que miran atrás.
En el árbol seco, yace un alma perdida,
que empuja el abismo de otras compañías
a la soledad del nicho y los gusanos.
Un paso más y tallaré el mármol.
Socorros que suenan como gritos de amnesia,
apartando al gentío a golpes de guerra,
detén la palabra en tu muro de matar.
Oye, sin escuchar, el murmullo del muerto,
vocifera aún con vida en su último adiós
la agonía de esta cruel soledad.
Los vivos, sin lápida en que reflejarse.
Respirar no da la vida.
Emite un sonido cansado, asonante y sin ritmo,
instinto exhalado de olvidos que obliga a seguir.
Deja de mirar la agonía hasta la muerte,
tus falanges yacen muy lejos de aquí,
en la tumba que espera la llegada de sol.
Hoy, veo mi cuerpo flotar sobre el Ganges.
NAUFRAGIO
Ya cayó al fondo
el adiós sonó seco en su golpe
y sumo los adioses de cada día,
por fin, el último.
Hoy he visto las gaviotas
lanzarse a los restos,
trozos de vida muerta que flotaban
en un mar en calma,
reposo, que la falta de fuerzas
no consigue transformar en tormenta
que aleje el crujir de sus picos
a otros mares.
Esta agua hoy, huele a petróleo
derramado de los ojos
de un barco herido,
y peces muertos.
Desde el puerto, en tierra firme,
diviso los ojos que ajenos
miran hundirse el navío que perdió el rumbo,
sin salir al socorro del incesante
naufragio. Sólo reciben el adiós.
Este barco, siempre viajó solo,
y en el fondo, se libró de su peso
que le impedía flotar.
Sin la carga de la vida, flotará.
CAMINO SIN ANGEL
Ya no queda la sonrisa del ángel,
cubrió su rostro la hojarasca y el miedo,
no pudo mirar al abismo abierto del sol.
Sólo mantiene el terror en la mirada,
flores secas en el cementerio sin vida,
y sombras que en la noche, distinguen la luz.
En el camino, arrastrada la losa de la vida,
compañía del miedo a la muerte y al dolor,
rompió el silencio con el grito ahogado, SOLA.
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